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Una
decisión con plena libertad, reflexionada y meditada delante de Dios, “Con plena libertad, declaro de renunciar al
ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro”, parece algo fácil, algunos
pueden pensar que es abandonar una responsabilidad. Otros lo vemos como un acto de profunda
humildad como siempre nos lo ha enseñado a través de su ministerio petrino,
desde el inicio cuando dijo: “soy un
humilde colaborador de la viña del Señor”, hasta el final “soy un simple peregrino que ahora comienza
esta última etapa de peregrinación en esta tierra”. Benedicto XVI nos ha enseñado a crecer en la
fe a través de la oración y de una vida sencilla. Ahora nos preguntamos, ¿Quién será el próximo
Papa?, ¿Cómo debe ser en estos tiempos difíciles por los que está viviendo la
Iglesia? Y hasta nos atrevemos a proponer candidatos y dar nuestras propias
opiniones, como por ejemplo: debe ser joven, conocedor de la realidad del mundo
de hoy, que haga una limpieza al interno de la Iglesia, hasta proponemos
nombres, (aunque no me disgusta que se llamase Juan Pablo III) y muchos otros
sentires.
Estamos
seguros que Dios nunca ha dejado sola a la Iglesia, ya que Él es el que siempre
la ha orientado, la ha acompañado, la ha asistido con la fuerza del Espíritu
Santo, me parece oportuno dedicarnos a la oración en estos momentos especiales
que vive la Iglesia, ya que Dios escogerá el Papa apropiado para este tiempo
específico, como siempre lo ha hecho, naturalmente debe ser un hombre de mucha
oración, un hombre de Dios para poder hablarnos de Dios, un hombre de fe para
hablarnos no solo con sus palabras, sino con su ejemplo de la fe, que siga
orientando la Iglesia de Dios bajo la guía del Espíritu Santo. Dios sabe hacer sus cosas en el momento
justo.
El pasado
10 de septiembre de 2012 viví uno de mis momentos más significativos de mi
sacerdocio, saludar a Benedicto XVI en Castel Gandolfo, donde pasará unos días
después de haber renunciado, este momento fue de profunda alegría y de fe al
ver la mirada fija de un hombre que se ha desgastado por el Evangelio, un
hombre sereno que refleja paz y transmite tranquilidad, allí pude experimentar
el verdadero amor de Dios a través de su sencillez. Benedicto XVI, el Papa Emérito, es un regalo
que Dios nos ha dado en un momento muy particular, nos ha tomado de la mano,
nos ha indicado la vía que debemos seguir, ahora se retira para continuar su
tarea por medio de la oración, “el Señor
me llama a ‘subir al monte’ a dedicarme todavía más a la oración y a la
meditación. Esto no significa abandonar
la Iglesia, es más, si Dios me pide esto es porque yo pueda continuar a
servirla con la misma dedicación y el mismo amor con que yo he tratado de
hacerlo hasta ahora, en un modo adecuado a mi edad y a mis fuerzas”. Un gran gesto de humildad y de fortaleza que
lo hace por “el bien de la Iglesia”.
Ahora
tenemos un abuelo entrañable, cariñoso que ora por todos nosotros, que ofrece
su soledad, su vida oculta por todos y cada uno de nosotros, una oración que
será recíproca, porque nosotros también estamos comprometidos a orar por él, a
no abandonarlo, aunque estoy seguro que sigue presente en nuestras vidas, en
nuestros corazones, en nuestras oraciones.
Que la “Virgen María nos ayude a
todos a seguir siempre al Señor Jesús, en la oración y en la caridad operante”. Gracias Benedicto XVI por su ministerio tan
fructífero, gracias por mostrarnos el rostro sencillo y humilde de Dios.
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