viernes, 18 de noviembre de 2011

BUSCAR EL ROSTRO DE DIOS

Cada año la Pastoral Universitaria de Roma organiza una peregrinación con los universitarios, con el fin de propiciar un espacio para el encuentro, la oración y la integración. Esta vez el encuentro se realizó el pasado 12 de noviembre en la ciudad de Asís, donde dos semanas antes se había reunido el Papa Benedicto XVI con representantes de otras religiones del mundo, para orar por la Paz y por la Unidad de todos los cristianos. La comunidad universitaria que se hizo presente alcanzó las 3.000 personas de diferentes universidades de Roma, con un solo objetivo, encontrar el rostro de Dios en cada momentos vivido durante la jornada.

Recorrer estas calles evoca momentos y personajes importantes como San Francisco y Santa Clara. "Parece que todavía se sienten los pasos de San Francisco por estas estrechas calles". Son expresiones que con frecuencia se escucha a quienes llegan a esta ciudad, y es verdad, la ciudad tiene algo especial, se sienten sus pisadas y un aire de santidad, que han dejado marcados estos santos, sobre todo el Santo de la paz. Asís como escenario de la peregrinación, ofreció a los universitarios asistentes una serie de actividades pastorales, culturales y espirituales, la Eucaristía fue el culmen de toda la jornada, enmarcada por la catequesis y la adoración del Santísimo durante todo el día en los diferentes templos de la ciudad e iluminada por las luces que marcharon desde la Plaza de San Francisco hasta la Plaza de San Pedro, dejando un buen recuerdo a quienes presenciaron este lucernario recordando a la Madre Celestial.

"Tu rostro, Señor, yo busco", slogan que caracterizó la peregrinación universitaria y esto se hizo realidad, cuando se ofreció la oportunidad de recibir el sacramento de la reconciliación, como un verdadero encuentro con el rostro de Dios que siempre está dispuesto a acoger a quien se acerca a Él. Muchos de los participantes aprovecharon la ocasión para reconciliarse con Dios y para recibir las gracias de la paz de San Francisco al visitar su tumba, lo mismo que la tumba de Santa Clara que a través del tiempo siguen siendo personas amadas y de profunda devoción por su vida sencilla y entrega generosa en el servicio a los más pobres, a través de la oración y del testimonio dignos de imitar.

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