sábado, 2 de marzo de 2013

BENEDICTO XVI, UN ABUELO ENTRAÑABLE QUE NOS UNE EN LA ORACIÓN


Una decisión con plena libertad, reflexionada y meditada delante de Dios, “Con plena libertad, declaro de renunciar al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro”, parece algo fácil, algunos pueden pensar que es abandonar una responsabilidad.  Otros lo vemos como un acto de profunda humildad como siempre nos lo ha enseñado a través de su ministerio petrino, desde el inicio cuando dijo: “soy un humilde colaborador de la viña del Señor”, hasta el final “soy un simple peregrino que ahora comienza esta última etapa de peregrinación en esta tierra”.  Benedicto XVI nos ha enseñado a crecer en la fe a través de la oración y de una vida sencilla.  Ahora nos preguntamos, ¿Quién será el próximo Papa?, ¿Cómo debe ser en estos tiempos difíciles por los que está viviendo la Iglesia? Y hasta nos atrevemos a proponer candidatos y dar nuestras propias opiniones, como por ejemplo: debe ser joven, conocedor de la realidad del mundo de hoy, que haga una limpieza al interno de la Iglesia, hasta proponemos nombres, (aunque no me disgusta que se llamase Juan Pablo III) y muchos otros sentires.

Estamos seguros que Dios nunca ha dejado sola a la Iglesia, ya que Él es el que siempre la ha orientado, la ha acompañado, la ha asistido con la fuerza del Espíritu Santo, me parece oportuno dedicarnos a la oración en estos momentos especiales que vive la Iglesia, ya que Dios escogerá el Papa apropiado para este tiempo específico, como siempre lo ha hecho, naturalmente debe ser un hombre de mucha oración, un hombre de Dios para poder hablarnos de Dios, un hombre de fe para hablarnos no solo con sus palabras, sino con su ejemplo de la fe, que siga orientando la Iglesia de Dios bajo la guía del Espíritu Santo.  Dios sabe hacer sus cosas en el momento justo.

El pasado 10 de septiembre de 2012 viví uno de mis momentos más significativos de mi sacerdocio, saludar a Benedicto XVI en Castel Gandolfo, donde pasará unos días después de haber renunciado, este momento fue de profunda alegría y de fe al ver la mirada fija de un hombre que se ha desgastado por el Evangelio, un hombre sereno que refleja paz y transmite tranquilidad, allí pude experimentar el verdadero amor de Dios a través de su sencillez.  Benedicto XVI, el Papa Emérito, es un regalo que Dios nos ha dado en un momento muy particular, nos ha tomado de la mano, nos ha indicado la vía que debemos seguir, ahora se retira para continuar su tarea por medio de la oración, “el Señor me llama a ‘subir al monte’ a dedicarme todavía más a la oración y a la meditación.  Esto no significa abandonar la Iglesia, es más, si Dios me pide esto es porque yo pueda continuar a servirla con la misma dedicación y el mismo amor con que yo he tratado de hacerlo hasta ahora, en un modo adecuado a mi edad y a mis fuerzas”.  Un gran gesto de humildad y de fortaleza que lo hace por “el bien de la Iglesia”.

Ahora tenemos un abuelo entrañable, cariñoso que ora por todos nosotros, que ofrece su soledad, su vida oculta por todos y cada uno de nosotros, una oración que será recíproca, porque nosotros también estamos comprometidos a orar por él, a no abandonarlo, aunque estoy seguro que sigue presente en nuestras vidas, en nuestros corazones, en nuestras oraciones.  Que la “Virgen María nos ayude a todos a seguir siempre al Señor Jesús, en la oración y en la caridad operante”.  Gracias Benedicto XVI por su ministerio tan fructífero, gracias por mostrarnos el rostro sencillo y humilde de Dios.

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